Feast of the Holy Family 2020 – English/Español

Sunday’s Readings: Sirach 3:2-6, 12-14; Psalms 128:1-2, 3, 4-5; Colossians 3:12-21; Luke 2:22-40

WE ARE GOD’S HOLY FAMILY
The scriptures of Israel are filled with many stories of barren couples who were miraculously granted the gift of children by God. Surely the best known among these is the first reading from today, from which Luke took inspiration when he recounted the miraculous birth of John the Baptist to Zechariah and Elizabeth, and the more miraculous birth of Jesus to Mary and Joseph. In each instance, we are given examples or role models of those who trusted in God. More than examples of those who trust, they are models of self-surrender. They abandoned their own pre-suppositions and prejudices about the workings of the world and turned their lives over to belief in a God who can make life grow where none ought to; a God who can turn death around into a new and unimagined life; a God who can, today, take a tiny child of humble parents in an insignificant town and make him into a light for all the world. This is what we, as God’s holy family, are called to do each day: to trust not in ourselves and the way we think things should be, but to open ourselves and surrender ourselves in faith to a God of endless promise.
Copyright © J. S. Paluch Co.

SOMOS LA SAGRADA FAMILIA DE DIOS
Las lecturas de Israel están repletas de relatos de parejas estériles a quienes Dios les concedió el milagro de tener hijos. Sin duda el relato más conocido es el de la primera lectura de hoy: Lucas se inspiró en este relato para contar el milagroso nacimiento de Juan Bautista, hijo de Zacarías e Isabel, y el nacimiento aun más milagroso de Jesús, hijo de María y José. En ambos casos, vemos ejemplos o modelos a seguir de personas que confiaron en Dios. Más que ser ejemplos de per-sonas que confiaron, son modelos de entrega incondicional de sí. Abandonaron sus propios preconceptos y prejuicios sobre el funcionamiento del mundo y entregaron sus vidas a creer en un Dios que puede hacer que haya vida en lugares en donde era inconcebible que la hubiera; un Dios que puede convertir la muerte en una vida nueva e inimaginable; un Dios que puede, hoy, tomar a un niñito de padres humildes en un pueblo insignificante y convertirlo en una luz para el mundo entero. Esto es a lo que se nos llama a hacer cada día como Sagrada Familia de Dios: confiar no sólo en nosotros mismos y en la manera en que pensamos que deberían ser las cosas, sino a abrirnos y entregarnos en fe a un Dios de promesa infinita. Copyright © J. S. Paluch Co