Sundays Readings: Isaiah 58:7-10; Psalms 112:4-5, 6-7, 8-9; 1 Corinthians 2:1-5; Matthew 5:13-16
THIS LITTLE LIGHT OF MINE
As children we sang the lively song This Little Light of Mine. The words, of course, are based on today’s Gospel, in which we are called as disciples to be salt and light for the world. Children are uninhibited about sharing their faith. It’s only when we grow older that we prefer to hide our light under a bushel basket because our culture tends not to emphasize discipleship. The message in this week’s readings is clear: in order to give glory to God through our discipleship, we must show the light of Christ in our words and deeds. Not an easy thing for inhibited adults. Often we may think of salt and light in terms of what we do for others, but it can be just as important not to do something, such as getting angry with the stranger on the road, or telling an offensive joke.
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MI PEQUEÑA LUZ
Cuando éramos niños cantábamos efusivamente la canción Mi pequeña luz (This Little Light of
Mine). La letra de la canción, desde luego, está basada en el Evangelio de hoy, en este
estamos llamados como discípulos a ser la sal y la luz del mundo. Los niños no tienen dificultad para compartir su fe; solo es cuando crecemos que preferimos esconder nuestra luz bajo un tazón porque nuestra cultura tiende a no enfatizar el discipulado. El mensaje en las lecturas de esta semana es claro: para poder dar gloria a Dios por medio del discipulado, debemos mostrar la luz de Cristo en nuestras palabras y obras. No es algo fácil para adultos inhibidos. A menudo podemos pensar en la sal y la luz en términos de lo que hacemos por los demás, pero puede ser tan importante como el no hacer nada, ya sea como enojarse con un desconocido en la carretera o decir una broma ofensiva.
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