Sunday’s Readings: 1 Samuel 3:3B-10, 19; Psalms 40:2, 4, 7-8, 8-9, 10; 1 Corinthians 6:13C-15A, 17-20; John 1:35-42
THE LAMB OF GOD
“Behold the Lamb of God!” We hear this phrase every Sunday at Mass, but there’s a good chance that many Roman Catholics do not know who in the Bible originally spoke it. The phrase appears only in the Gospel of John, on the lips of John the Baptist, who utters it twice. In today’s Gospel reading, John proclaims Jesus as the Lamb of God, and two of John’s own disciples then follow Christ. A little bit later Andrew, who heard John and then followed Jesus, brings his brother Simon to be renamed Cephas, or Peter. A careful look at these Bible verses shows us the mission of everyone baptized into the Body of Christ: we must always proclaim our faith in Christ, so that others will follow him. We may not know how the will of God might work through those we bring to Christ; that is not the point. The point is that our ongoing mission as a church is to bring others to Christ, the Lamb of God, who takes away the sin of the world.
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CORDERO DE DIOS
“Este es el Cordero de Dios”. Escuchamos esta frase todos los domingos en la Misa pero es muy probable que muchos católicos no sepan quién la pronunció originariamente en la Biblia. La frase aparece en el Evangelio de Juan, en los labios de Juan Bautista a quien dice dos veces. En la lectura del Evangelio de hoy, Juan proclama que Jesús es el Cordero de Dios y entonces dos de los discípulos de Juan siguen a Cristo. Un poco más tarde Andrés, quien escuchó a Juan y siguió a Jesús, lleva a su hermano Simón para que reciba un nuevo nombre: Kefás, es decir Pedro. Si estudiamos a fondo estos versículos de la Biblia vemos la misión de todos los bautizados en el Cuerpo de Cristo: Siempre debemos proclamar nuestra fe en Cristo, para que otros lo sigan. Quizás no sepamos de qué manera la voluntad de Dios obrará en los que llevamos a Cristo, pero eso no es lo importante. Lo que importa es que nuestra misión constante como Iglesia es llevar a otras personas a Cristo, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
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