23rd Sunday in Ordinary Time 2017- English/Español

Sunday’s Readings: Ezekiel 33:7-9; Psalms 95:1-2, 6-7, 8-9; Romans 13:8-10; Matthew 18:15-20

GOD’S WATCHERS
In the ancient world watchmen were extremely important people. They kept communities safe, and were there to alert them to any impending danger or attack. Before locks, alarms, and security systems, watchmen were the protectors, the safety measure. So when the Lord charges Ezekiel as a watchman today, it is a weighty charge. So weighty, we learn, that if Ezekiel fails to sound the alarm for those around him and they perish in a state of wickedness, Ezekiel will be held responsible! This profound connection between God’s will on earth and in heaven is repeated in today’s Gospel, where Jesus in-structs us that we are to be the security force, the watchers placed on alert that nowhere in the Body of Christ, the church, will there be any two members of the one Body who are not reconciled. Scripture tells us that Jesus reconciled all things in heaven and on earth through the blood of his cross. But we are given the mission to continue that reconciliation on earth as in heaven through our ceaseless efforts to be, as Paul would write, ambassadors of reconciliation. Let us not get too comfortable thinking that we are responsible only for keeping our own lives from the path of wickedness and disagreement. We are also held accountable for the lives of the members of Christ’s body around us. Copyright © J. S. Paluch Co., Inc.

CENTINELAS DE DIOS
En el mundo de la antigüedad los centinelas eran gente de gran importancia. Mantenían la seguridad de las comunidades y su deber era alertarles sobre cualquier peligro o ataque inminente. Antes de que hubiera cerrojos, sistemas de alarma y seguridad, los centinelas eran los protectores, la medida de seguridad. Así que cuando hoy el Señor le encarga a Ezequiel ser centinela, es un cargo de peso. Tan pesado, se nos hace conocer, que si Ezequiel falla y no da la voz de alarma a los que le rodean y ellos mueren en estado de maldad, ¡Ezequiel será el responsable! Este profundo vínculo entre la voluntad de Dios en la tierra y en el cielo se repite en el Evangelio de hoy, donde Jesús nos instruye que tenemos que ser la fuerza de seguridad, los centinelas colocados en estado de alerta para que en ninguna parte del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, haya dos miembros del único Cuerpo que no estén reconciliados. La Sagrada Escritura nos dice que Jesús reconcilió todas las cosas en el cielo y en la tierra mediante la sangre de su cruz. Pero se nos da la misión de continuar esa reconciliación en la tierra por medio de nuestros incesantes esfuerzos de ser, como escribiera Pablo, embajadores de reconciliación. No nos quedemos muy cómodos pensando que nuestra única responsabilidad es mantenernos fuera del camino de la maldad y la discordia. También hemos de responder por la vida de los miembros de Cristo que nos rodean. Copyright © J. S. Paluch Co., Inc.