22nd Sunday in Ordinary Time 2018 – English/Español

Sunday’s Readings: Deuteronomy 4:1-2, 6-8; Psalms 15:2-3, 3-4, 4-5; James 1:17-18, 21B-22, 27; Mark 7:1-8, 14-15, 21-23

THE HIGHEST LAW
From time to time, newspapers and magazines will offer, as an item of “filler,” various laws that are still on the books but seem silly to us in our day and age. In one California city, it is illegal to have two indoor bathtubs in one house. Clean water, a precious commodity when the law was written, is now readily available, so the law seems silly. But the human value of protecting and preserving precious resources is still around, evident in many conservation laws that seem sensible to us. So it is with the laws of religious tradition. What Jesus scorns today is others’ attitude toward ritual laws, an attitude that becomes nearly idolatrous when laws are observed for their own sake. Jesus teaches that observation of external ritual laws is of value only when they are emblems of our internal disposition toward the will of God. Our whole lives must follow the one ultimate law of God: to love God completely and to love neighbor entirely. Roman Catholicism is a tradition rich with customs, traditions, and even laws. As we continue to listen to the voice of Christ, we must always look into our own hearts and underneath our ritual practices to make sure that love of God and love of neighbor are what we prize above all.
Copyright © J. S. Paluch Co., Inc.

EL PRECEPTO MÁS IMPORTANTE
De vez en cuando, los periódicos y las revistas publican, a modo de “relleno”, diversas leyes que siguen en los libros pero que parecen ridículas en nuestra época. En una ciudad de California, es ilegal tener dos bañeras dentro de una casa. Cuando se pasó la ley era un lujo tener acceso al agua corriente, pero ahora que no lo es la ley parece ridícula. Sin embargo, el valor humano de proteger y preservar los recursos más valiosos sigue teniendo vigencia, esto se manifiesta en muchas leyes, que nos parecen muy acertadas, cuyo fin es proteger el medio ambiente. Sucede lo mismo con los preceptos religiosos. Lo que Jesús desdeña hoy es la actitud de los demás respecto a los preceptos rituales, una actitud que se vuelve casi idólatra cuando se obedecen los preceptos por el mero hecho de obedecerlos. Lo que Jesús enseña es que el cumplimiento de los preceptos rituales externos sólo tiene valor cuando simboliza nuestra predisposición interior a cumplir la voluntad de Dios. Nuestras vidas deben obedecer el precepto supremo de Dios: amar a Dios por encima de todo y al prójimo igual que nos amamos a nosotros. La religión católica es rica en costumbres, tradiciones e incluso preceptos. Al seguir escuchando la voz de Cristo, siem-pre debemos examinar nuestro corazón y nuestras prácticas rituales para asegurarnos de que el amor a Dios y al prójimo se halle por encima de todo lo demás.
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