Sunday’s Readings: Isaiah 22:19-23; Psalms 138:1-2, 2-3, 6, 8; Romans 11:33-36; Matthew 16:13-20
BE A ROCK
Peter’s history as a follower or friend of Jesus is a bit spot-ty. It might be natural to wonder if Jesus, in giving him the keys to the kingdom, didn’t feel a bit like a parent giving a teenager the keys to the family car. But it was at the moment when God’s power and presence broke through everything else to raise up Peter’s great profession of faith in Christ as Messiah that Jesus chose to establish the bond between the loving, forgiving mercy of heaven and our vocation to be witnesses of that love, mercy, and forgiveness on earth.
Like any parent, Jesus no doubt foresaw the failings, the irresponsible maneuvers or impaired senses, the collisions that the church would be headed for. But, most importantly, he also saw us at that moment as God prefers to see us: capable of manifesting great faith, with a willingness to remain at the feet of Christ to understand what it truly means to be Messiah and Christ. As the letter to the Romans points out to us today, we have not known the mind or the wisdom of God, but God knows us and still chooses to manifest the reign of justice, joy, beauty, and peace through us. Let this be our vocation. Let us always strive to be solid ground on which the church of Jesus Christ can be founded and on which it can continue to be built. Copyright © J. S. Paluch Co., Inc.
SÉ UNA ROCA
La historia de Pedro como seguidor o amigo de Jesús es un poco irregular. Resulta natural preguntarnos si Jesús, al darle las llaves del Reino, no se sintió un poco como el padre que le entrega a su adolescente las llaves del auto de la familia. Pero fue en el momento en que el poder y la presencia de Dios irrumpió traspasándolo todo para que brotara de Pedro la gran profesión de fe en Cristo como Mesías que Jesús eligió establecer el vínculo entre la misericordia amorosa de Dios y nuestra vocación como testigos de ese amor y ese perdón en la tierra.
Como cualquier padre, Jesús sin duda previó las fallas, las maniobras irresponsables y los sentidos dañados, las colisiones hacia donde se dirigiría la Iglesia. Pero, lo que es más importante, también nos vio en el momento en que Dios prefiere vernos: capaces de manifestar gran fe, con el deseo de perma-necer a los pies de Cristo para comprender lo que realmente es ser Mesías y ser Cristo. Como nos lo señala hoy la carta a los romanos, no hemos conocido jamás el pensamiento del Señor o llegado a ser su consejero, mas Dios nos conoce y aún elije para que manifeste-mos el reino de justicia, gozo, hermosura y paz. Que esta sea nuestra vocación. Que siempre busquemos ser tierra firme donde se pueda fundar la Iglesia de Jesucristo y sobre la cual sigue edificándose.
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