Sunday’s Readings: Job 38:1, 8-11; Psalm 107:23-24, 25-26, 28-29, 30-31; 2 Cor 5:14-17; Mark 4:35-41
THE WIND AND THE SEA
Living along the shores of Lake Superior—the “big lake,” as the locals call it—you can often hear the advice, “Respect the lake; don’t take it for granted.” People who know Lake Superior respect its power and watch out for its many moods. Sunken ships and boats crushed into kindling are testimonies to what the lake can do. The readings of this Sunday evoke our memories of the lake, of the mighty Mississippi River, or of the ocean itself. Who but God can control these mighty waters and set limits to their advance? The lake described in today’s Gospel was a body of water subject to sudden storms and churned into dangerous waves by terrible winds. But these mighty agents are subject to God. The sailor and the fisher all respect the water. Even more, they respect the awesome power of the Maker of wind and sea.
Copyright © J. S. Paluch Co.
EL VIENTO Y EL MAR
Los que conocen bien el Lago Superior le tienen un saludable respeto, y siempre están alerta sobre sus caprichosos cambios de ánimo. Muchos barcos hundidos y muchos botes hechos astillas son testigos de lo que el lago puede hacer cuando está de mal humor. Las lecturas de este domingo nos evocan memorias de ese lago, del poderoso río Mississippi o del océano mismo. ¿Quién, fuera de Dios, podrá controlar esas aguas poderosas, o imponerles límites, diciendo “Hasta aquí llegarás”? El lago que describe el Evangelio de hoy era un lago en el que se levantaban súbitas tormentas, en las que los vientos huracanados agitaban olas enormes. Pero estas fuerzas tan poderosas se someten a la voluntad de Dios. Los marineros y los pescadores le tienen un saludable respeto al poder de las aguas. Pero más todavía respetan el poder del Creador del viento y del mar.
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