Sunday’s Readings: 2 Samuel 7:1-5, 8B-12, 14A, 16; PS 89:2-3, 4-5, 27, 29; Romans 16:25-27; Luke 1:26-38
THE ETERNAL GOD
King David wished that the ark of God might have a more permanent home. David may have envisioned something like the cedar palace where he resided. God had in mind something more: a throne where David’s descendants would rule for ever, a kingdom where Jews and Gentiles alike would be welcome. Mary’s prayerful nature led to an even more disturbing message. She would conceive and bear a Son though she was not yet married. “How can this come about?” Mary wondered. “The Holy Spirit will come upon you,” she was told (Luke 1:35). Mary’s acceptance of this difficult challenge ushered in this, the final age of God’s reign. What was once a secret known only by chosen people like King David and his descendants must now be made clear to all so that, as Saint Paul wrote to the Romans, we can be brought to the “obedience of faith” “according to the command of the eternal God” (Romans 16:26).
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EL DIOS ETERNO
El rey David deseaba que el Arca de Dios tuviera un hogar más permanente. David podría haberse imaginado algo así como el palacio de cedro donde residía. Dios tenía en mente algo más: un trono donde los descendientes de David gobernarían para siempre, un reino donde judíos y gentiles serían bien recibidos por igual. La actitud devota de María llevó a un mensaje aún más inquietante. Concebiría y daría a luz un hijo a pesar de que aún no estaba casada. “¿Cómo podrá ser esto?”, preguntó María. “El Espíritu Santo descenderá sobre ti”, le contestó el Ángel (Lucas 1:35). La aceptación de María de este difícil desafío marcó el comienzo de esta, la era final del Reino de Dios. Lo que antes era un secreto conocido solo por el pueblo elegido como el Rey David y sus descendientes ahora debe quedar claro a todos para que, como escribió San Pablo a los romanos, podamos llegar a la “obediencia de la fe”, “en cumplimiento del designio eterno de Dios” (Romanos 16:26).