Escritorio del pastor – La Misión de Jesús es Nuestra Misión

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, En el Evangelio de hoy (Lucas 4:14-21), escuchamos a
Jesús anunciar su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí… Me ha enviado para proclamar la libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, y liberar a los oprimidos.” Este momento marca el comienzo de su ministerio público, una misión de sanación, esperanza y salvación.
Permítanme comenzar con una historia divertida: Un niño vio al sacerdote leyendo la Biblia y le preguntó: “Padre, ¿qué está haciendo?” El sacerdote respondió: “Estoy buscando mi sermón.” El niño pensó por un momento y dijo: “¿Por qué no simplemente predica lo que dijo Jesús? ¡Eso es lo que nos gusta escuchar!”
Y es cierto, lo que Jesús dijo aquel día en la sinagoga no eran solo palabras; era una declaración de misión que cambió el mundo. ¿Y lo mejor de todo? ¡Jesús nos invita a unirnos a Él en esa misión!
Aquí hay una historia inspiradora: Santa Teresa de Calcuta (Madre Teresa) una vez encontró a un hombre moribundo en las calles de Calcuta. Lo llevó a su hogar de cuidado, limpió sus heridas y se quedó con él mientras él sonreía y le susurraba: “Viví como un animal, pero ahora moriré como un ángel, amado y cuidado.” Ese momento sucedió porque ella tomó en serio la misión de Jesús: llevar amor a los pobres, sanación a los quebrantados y esperanza a los olvidados.
San Francisco de Asís decía hermosamente: “Prediquen el Evangelio en todo momento. Cuando sea necesario, usen palabras.” Como Madre Teresa, estamos llamados a vivir el Evangelio con nuestras acciones, no solo citando la Escritura, sino siendo la Escritura en acción.
Entonces, ¿cómo podemos hacer esto? Comencemos con cosas pequeñas. Escuchemos a alguien que siente que nadie lo escucha. Seamos amables con quien se siente invisible. Compartamos una sonrisa, una oración o nuestro tiempo.
El salmista nos recuerda hoy (Salmo 19:8): “Los preceptos del Señor son rectos y alegran el corazón.” La alegría del Señor es nuestra fuerza (Nehemías 8:10). Cuando hacemos de la Palabra de Dios nuestra guía, encontramos la fuerza para nuestra misión.
Esta semana, les animo a dedicar tiempo a la Escritura. Dejen que la Palabra de Dios los inspire y los guíe. Y recuerden, como sugirió aquel niño, “Prediquen lo que dijo Jesús.” Puede que alegren la vida de alguien, ¡o incluso la cambien!
Que todos seamos evangelios vivos, llevando sanación, amor y alegría al mundo. Amén

  • P. Sudhakar Mannam