Our Traditions / Tradiciones – English/Español

TREASURES FROM OUR TRADITION
If you could somehow transport a third-century Christian into your twenty-first-century Sunday Mass, once the initial shock wore off he or she would be more or less at home with the structure of the first part of the liturgy, the Word. The second part might be more difficult to comprehend. The stumbling block would be the book. We have a book, a missal that is set down on the altar with a very precisely prescribed set of words for the priest to say and the people to sing at the Eucharistic Prayer. In the early days of the church, there were no set “formulas” for this prayer. The ancients would have raised eyebrows at our “bookishness” since they preferred to let the prayers roll forth from a gifted leader of prayer. There was a basic shape to the prayer of thanksgiving, and almost general agreement that the words of Christ at the Last Supper ought to be included.
By the second century, Justin Martyr wrote that the presider “gives thanks at some length . . . and when he has finished the prayers and the thanksgiving, all the people present give their assent by saying ‘Amen.’ ” In the world before books, people could memorize long passages of prose and poetry, and so it is easy to see how particular phrases or expressions passed from church to church. —Rev. James Field, Copyright © J. S. Paluch Co.

TESOROS DE NUESTRA TRADICIÓN
Si de alguna manera pudieras transportar a un cristiano del tercer siglo a tu Misa dominical del siglo veintiuno, una vez que el shock inicial se desvaneciera, él o ella estarían más o menos en casa con la estructura de la primera parte de la liturgia, la Palabra. La segunda parte podría ser más difícil de comprender. La piedra de tropiezo sería el libro. Tenemos un libro, un misal que se coloca sobre el altar con un conjunto de palabras muy precisamente prescritas para que el sacerdote diga y la gente cante en la Oración Eucarística. En los primeros días de la iglesia,
no había “fórmulas” establecidas para esta oración. Los antiguos habrían levantado las cejas a nuestros “libros” puesto que preferían dejar las oraciones al líder de la oración.
Había una forma básica de la oración de acción de gracias, habia un acuerdo general de que las palabras de Cristo, en la Última Cena debían ser incluidas. En el segundo siglo, Justino Martyr escribió que el presider “da gracias en alguna longitud. . . Y cuando ha terminado las oraciones
y la acción de gracias, todas las personas presentes dan su asentimiento diciendo “Amén”. En el mundo antes de los libros, la gente podía memorizar largos pasajes de prosa y poesía, y así es fácil ver cómo frases o expresiones pasadas de iglesia en iglesia.
-Rdo. James Field, Copyright © J. S. Paluch Co.